Irene cerró la puerta de su habitación. Bajó la persiana y encendió la luz de su mesa. Abrió una libreta, sacó su estuche de la mochila y frenéticamente comenzó a escribir. Irene no sabía por qué pero el hecho de escribir esos nombres ya no le causaba ningún sentimiento de culpabilidad, al contrario, sentía placer y triunfo, por el hecho de saber que era superior a los demás. Ya hacía un mes que llevaba usando aquella pluma, y se había acostumbrado muy bien. Lo único malo es que también hacía un mes que no veía a su novio, lo echaba de menos, pero ahora tenía un buen entretenimiento. Cuando ya había escrito diez folios con nombres diferentes, Irene paró para descansar, le dolía la muñeca de tanto escribir. De repente entró María en su habitación, parecía que venía con mucha prisa.
-¡¡Irene!!-ella cerró su cuaderno para que no lo viese.
-¿Pasa algo?-María le miró a los ojos.
-Han llamado del hospital...-Irene frunció el ceño- Dicen que está Jaime... tu novio.
Irene se levantó con una exhalación.
-¡¿QUÉ?! ¿Cómo que está en el hospital?-Irene se aproximó a la puerta- Vamos María... Tengo que ir a verle.
***
Encontraron a Jaime en el hospital con los brazos vendados y tumbado en una camilla. Irene se acercó a él y le tomó la mano.
-Jaime... ¿qué te ha pasado?-él le miró confuso.
-No lo sé... desde hace unos días me sentía raro y... hoy me he despertado con los brazos llenos de cortes de nombres...-Irene tragó saliva, María estaba en el marco de la puerta, insegura sobre si debía entrar.
-¿Co-cortes de nombre?
Jaime empezó a quitarse las vendas. En sus brazos tenía, como si se los hubiese escrito con un cuchillo, muchos nombres de personas. Algunos estaban repetidos hasta quince veces, mientras que otros solo salían una vez. Para Jaime esas personas eran desconocidas, pero en cuanto Irene comenzó a leer, le pareció que las letras le bailaban y que se mareaba. Eran los nombres de las personas a las que había matado. Las personas que más habían sufrido estaban escritas más de una vez, mientras que los que habían muerto de un infarto o de un ataque al corazón solo estaban nombrados una vez. Irene se estremeció. <>. María se acercó para ver lo que le había enseñado a Irene, pero se arrepintió enseguida. Después de un silencio algo tenso Irene habló:
-Vamos María... Jaime tendrá que descansar-Irene parecía insensible como si le diese igual Jaime y que todo tuviese que ver con ella.
María iba detrás de Irene, hasta que oyó como Jaime le llamaba.
-Espera un momentín, Irene. Ve tú delante-Irene se encogió de hombros y obedeció.
María se sentó en la silla que había al lado de la camilla de Jaime.
-Escucha María, esto no es normal-dijo Jaime.
-¿Cómo? ¿A qué te refieres?-Jaime se incorporó con una pequeña mueca de dolor.
-Verás... ¿recuerdas cuando tu hermana me dijo que se había muerto una chica de tu clase?-preguntó.
-Sí. Fue Diana Sánchez Gil, Irene y ella no eran muy amigas... murió en una excursión a la fábrica de papel, fue horrible...-Jaime le enseñó el brazo.
-Mira aquí-señaló un lugar donde ponía "Diana Sánchez Gil" tres veces-. ¿No es quizás demasiada casualidad?
-Sigo sin entenderte.
-¿Ha muerto alguien más que estuviese cerca de tu hermana o que le cayese mal?-María estuvo pensativa durante un rato.
-¡Sí! Era... Juana Bermejo Vañó, creo...-Jaime enarcó una ceja- Era la capitana del equipo de fútbol que se enfrentaba con el equipo de Irene en la final del campeonato. Murió justo el día antes de la final.
-¿En serio? Que raro... el caso es que... me suena ese nombre...-se puso a buscar por los cortes de sus brazos hasta que lo encontró. Señaló ese mismo nombre, solo estaba una vez- ¿De qué murió?
-Mientras viajaba en el coche con sus padres de camino al campo de fútbol para entrenar su coche se chocó contra un camión. Sus padres sobrevivieron, pero ella no-María bajó la cabeza-. Fue horrible... tenía mi misma edad-Jaime le cogió de la mano.
-Escucha María, creo que tengo una teoría...
Continuará...
